sábado, 17 de septiembre de 2016

Bizcocho de harina de castañas y teff con grosellas




Os presento mi primera experiencia con harina de castaña. Me había interesado por ella estando en España, pero renuncié a utilizarla cuando descubrí lo cara que era. Por suerte, ahora, puedo encontrar en cualquier supermercado de este precioso país, Italia, a mejor precio. Aunque no es extremadamente barata (400 gr = 5’45€ en COOP), al menos puedo utilizarla más a menudo. Para la gente a la que le resulte difícil encontrar en su ciudad, tanto en tiendas especializadas, en herbolarios, etc… no le queda más remedio que buscar por internet ¡Al menos una vez en la vida! La experiencia es muy buena, tiene una textura muy suave y aroma a fruto seco increíble.

En fin, como es tan cara y era la primera vez que lo usaba, no quise hacerla completamente de harina de castañas, así que la mezclé con harina de teff. Y de paso, añadir una fruta que vi en el súper de oferta y nunca la había tomado al natural, solo en zumos y mezclado con otras de su especie. Entonces entendí porqué. Es taaan ácida, que es mejor no abusar de ellas solas.
A mi me encantan las frutas ácidas en los postres, así que tenlo en cuenta a la hora de añadir azúcar o miel, mis cantidades suelen ser bajas, intento añadir lo menos posible. Así que, si quieres puedes aumentarla un poco. Por supuesto, si no encuentras grosellas, puedes hacerla con otra fruta. Le puede ir muy bien cerezas (sin hueso), ciruelas en trozos grandes, frambuesas, fresas, albaricoques…



INGREDIENTES
  • 125gr de harina de castañas
  • 125gr de harina de teff
  • 120gr de panela
  • 90 gr de grosellas
  • 1 sobre de levadura seca
  • 3 huevos
  • 50ml de aceite vegetal
  • 60ml de leche (yo usé bebida de arroz)


PROCEDIMIENTO

Lo primero es encender el horno a 200ºC. Después, mezcla por un lado los ingredientes secos (las harinas y la levadura).
Por otro lado en otro cuenco grande, bate los huevos y echa la panela (azúcar, miel, stevia o…¡nada! ya vosotros controláis el dulzor que queréis). Batid bien para que se deshaga el azúcar y añade después el aceite y la leche. Podéis usar aceite de oliva, de sésamo o de coco. El de girasol no es recomendable someterlo a altas temperaturas y el de Argán tampoco, (aunque éste último es muy caro y no es fácil de encontrar). 
A continuación añade poco a poco la mezcla seca a la húmeda y remueve bien. Una vez que esta todo mezclado, vierte la masa en el molde rectangular típico de bizcochos. Si es de silicona no hace falta forrarlo con papel de horno, si es metálico siempre aconsejo hacerlo.

Ahora os digo como meter las grosellas y que no se vayan todas al fondo como me pasó a mí. Lleva un poquito de dedicación pero es la mejor manera, así te aseguras que quedan bien repartidas por todo el bizcocho y a diferentes alturas. De la otra manera, por el peso acaban todas abajo y puede que todas juntas en un mismo lugar.
Bueno, empieza por un extremo, deja caer la grosella en el lugar que quieres y con un palillo largo o el típico palillo de los pinchos morunos empujas suavemente hacia abajo ¡Tienes que visualizar en 3 dimensiones! Algunas las puedes meter en el mismo sitio o cerca pero no empujas tanto, la dejas más cerca de la superficie. Las vas empujando más arriba o más abajo para que queden bien repartidas por todos lados.
Una vez hecho esto, lo metes en el horno, a media altura a 200ºC, a los 10’ baja la temperatura a 180ºC durante 20’ más. En total son unos 30’, pero como siempre digo, controladlo porque cada horno es un mundo. Si véis que parece estar pero no ha llegado al tiempo que digo, no pasa nada. Hacéis la prueba del palillo. Con el mismo de haber empujado las grosellas o uno de comida china, por un lado lo metéis, si sale limpio y entra y sale fácil, es que está. Si sale lleno de masa pegada, es que aun le queda.

Una vez hecho, sacadlo del molde y dejad enfriar sobre una rejilla, para que el propio calor no humedezca el bizcocho y en cuanto se enfríe un poco….¡Ya te lo puedes comer! 




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